Si bien el cambio climático pone en entredicho su papel, la Luna también ayuda a regular nuestro clima. Ya que la Tierra rota de manera inclinada sobre el Sol, con un ángulo de unos 23 grados. La Luna impide que esa graduación aumente. Los científicos dicen que, si esta no existiera, la inclinación cambiaría diez grados cada 10.000 años, aumentando el calor a unas temperaturas que ninguna especie ha soportado aún.
Un equipo de la Universidad de Washington concluyó que la Luna influye en la caída del agua desde los cielos. Según explicaron los investigadores, cuando vemos el satélite alto, la gravedad hace que la Tierra se dirija hacia ella y que la presión por ese lado de la superficie sea mayor. Esto implica mayor temperatura en el aire, menos humedad y menos lluvia. Ahora, los investigadores se plantean cuál puede ser su influencia en grandes tormentas o en la frecuencia de estas.